Si se cumple lo anunciado por Juanma Moreno, Andalucía celebrará elecciones autonómicas en junio de 2026. La derecha llega con una mayoría consolidada, mientras que el espacio a su izquierda se enfrenta a un dilema: o reconstrucción con vocación de gobierno, o irrelevancia parlamentaria. A un año vista, el escenario es claro: la desunión penaliza y la desafección avanza.
El PP, cómodo y sin alternativa real
El Partido Popular andaluz ha logrado lo que parecía impensable una década atrás: gobernar con mayoría absoluta una comunidad que fue feudo socialista durante cuarenta años. La desaparición de Ciudadanos y el estancamiento de Vox como tercera fuerza le han dejado el campo libre. Juanma Moreno aparece en todas las encuestas como líder valorado, con un perfil moderado que le permite absorber voto del centro y retener a sus bases.
Según el último barómetro del CENTRA (abril 2025), el PP obtendría entre 57 y 59 escaños (42,2%), revalidando su mayoría absoluta sin depender de Vox, que se mantiene en el entorno del 14% y entre 15-16 escaños. La derecha, aun sin crecer, gobierna sin sobresaltos porque al otro lado del tablero nadie suma ni emociona.
El PSOE andaluz: de Espadas a Montero, ¿refundación o maquillaje?
Tras la fallida etapa de Juan Espadas, que no consiguió levantar cabeza ni conectar con el electorado progresista, el PSOE andaluz ha intentado dar un golpe de timón con la designación de María Jesús Montero como candidata. La ministra de Hacienda, veterana de la política andaluza y estatal, ha logrado apaciguar las guerras internas entre sanchistas y susanistas y recomponer estructuras en las ocho provincias.
Pero, de momento, la estrategia no despega. El sondeo del CENTRA sitúa al PSOE en torno al 23% y con una horquilla de 25 a 28 escaños, por debajo de los ya malos resultados de Espadas. El peso institucional de Montero y su experiencia no están consiguiendo generar ilusión. Y aunque su perfil técnico le da credibilidad, no basta para movilizar a un electorado que necesita razones para volver a creer.
Adelante Andalucía: coherencia ideológica sin músculo electoral
Teresa Rodríguez ha optado por reforzar una marca identitaria, soberanista y andalucista, pero el precio ha sido la marginalidad. Adelante Andalucía pasó de 17 escaños en 2018 a tan solo dos en la legislatura actual. Hoy se presenta como una coalición sin grupo propio, con recursos escasos y sin visibilidad estatal. En las últimas generales solo concurrieron por Cádiz, y en las europeas ni se presentaron.
Su negativa a pactar con el PSOE, su discurso andalucista excluyente y la insistencia en marcar distancias con IU y Podemos han sellado su aislamiento. Según el CENTRA, su intención de voto ronda el 3,8%, lo que apenas le garantizaría mantener entre 1 y 2 escaños. Si no cambia el contexto o la estrategia, corre el riesgo de desaparecer del mapa político andaluz.
Por Andalucía: de coalición inestable a opción con recorrido
Por Andalucía es la única fuerza a la izquierda del PSOE que mejora sus expectativas respecto a 2022. Nacida de la ruptura con Adelante, y pese a un arranque caótico —recordemos que Podemos no pudo firmar la coalición por un error de registro—, ha logrado cierta estabilidad parlamentaria. IU, Más País, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz comparten espacio con tres diputados de Podemos reconocidos como independientes.
La clave ha sido su capacidad de trabajo institucional: sus denuncias por corrupción (como el caso del SAS o el «chiringuito» de José Manuel Soto) han marcado agenda. El CENTRA le otorga entre 6 y 9 escaños, lo que la convierte en la formación más fuerte a la izquierda del PSOE.
Pero la ruptura entre Podemos y Sumar a nivel estatal ha tensado también esta alianza. No hay candidatura definida para 2026, ni se sabe si Podemos repetirá dentro. Si hay ruptura, podríamos llegar a ver cuatro listas a la izquierda del PSOE, una fragmentación letal para cualquier aspiración de cambio.El riesgo real: abstención y desaparición
El escenario más probable a un año de las elecciones es que PP y Vox repitan mayoría sin despeinarse, mientras el bloque progresista se diluye. La división entre PSOE, Por Andalucía, Adelante Andalucía y una posible lista propia de Podemos provocaría desmovilización y dispersión de voto. Muchas fuerzas podrían quedar fuera del Parlamento, y otras quedar relegadas al grupo mixto, sin apenas recursos ni capacidad de incidencia.
El votante de izquierdas se enfrenta a una decisión difícil: dividir su voto entre varias opciones sin recorrido claro, o quedarse en casa. En ambos casos, gana el inmovilismo.
¿Hay salida? Sí, pero exige generosidad, estrategia y valentía
El cambio es posible, pero improbable si todo sigue igual. El PSOE debería hacer un giro real hacia la izquierda, no solo de caras y nombres, sino de políticas y propuestas. Tiene una base histórica que podría reactivarse si ofrece un proyecto coherente y nítido, lejos del continuismo.
Y las fuerzas a su izquierda tienen una responsabilidad: si Por Andalucía y Adelante Andalucía no se entienden, si Podemos no define su estrategia, y si todos priorizan sus marcas por encima del bien común, la izquierda andaluza quedará fuera del tablero durante otra legislatura más.
Una coalición de coaliciones, como en 2018, sería el único revulsivo real. Quizás no para arrebatar la Junta en 2026, pero sí para disputarle a Vox el tercer puesto, reconstruir la esperanza y sembrar una alternativa creíble de cara a 2030. Sin unidad, el mapa político de Andalucía seguirá siendo azul por mucho tiempo.